Desayunando
Una mano masculina se suspendía en el aire del restaurante casi vacío. Tenía dos dedos arriba, en una cuasi satírica comparación con la señal de amor y paz. Si recorrías su brazo con la mirada, hasta llegar al cuello de aquel hombre de barba perfectamente rasurada, podrías notar la calidad de la seda en su ropa. "Garzón" exclamo el hombre, con un movimiento de labios que se asemejaba al de la palabra "amor". La mujer en frente de el lo miraba con disgusto. "Siempre tienes que gritar tan fuerte?" Reprocho ella. "Si" contesto el hombre, sonriendo mientras mantenía la mano alzada. Del otro lado del restaurante, la única mujer que atendía las mesas rellenaba la taza de café de un vagabundo, que acudía al restaurante todas las mañanas. "Garzón" volvió a gritar el hombre. "Carajo, cuánto tiempo tengo que esperar para que me den algo de comer" agrego. La mujer frente a el, lo seguía mirando con desprecio. "A veces me das as...