Cotidianidad
Llego, destapo una cerveza y me siento a fumar y beber. Intento olvidarte, intento matar la ausencia con la compañía de la
tele, o de un libro, o de mi mismo. Pero
nada parece mutilar la falta que me haces, ni menguarla, ni disminuirla. Lo
interno, lo subconsciente de mí grita para ver si logra escuchar tu voz entre
los ecos. Después de todo no me queda
otra opción para escuchar tu voz. Mis errores y defectos
aplastan incansablemente los recuerdos de ambos. Fue mi culpa después de todo.
He tratado en vano perderme en otros vicios, desangrarme
hasta morir entre los muslos del alcohol, asfixiarme entre los senos del tabaco
barato. Pero no sirve de nada, mi vicio mas grande ahora eres tu. Y no me matas
como los otros, solo te mantienes ahí. Mirándome con el oliva de tus ojos desde
el rincón mas oscuro de mi cuarto.
¿Dejar de quererte? absurdo ¿dejarte ir? también. Me mantengo
entre sueños imaginando que vuelves, que me necesitas, que me quieres y que
estás igual que yo, pero son invenciones mías. Quisiera que un día llegaras a
mitad de la noche, buscándome, envuelta entre la falta que te hago. Pero la
soledad me explica entre lágrimas que no vas a hacerlo.
Tengo razones para no olvidarte, para seguirte queriendo,
para tenerte presente cada día. Las razones sobran, el amor también, pero
faltas tú. Por ahora imaginaré que duermes entre las sabanas junto a mi, y me
quedaré toda la noche despierto, viéndote, como lo haría si de verdad
estuvieras.
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