Perdón
Regresar. ¿A dónde si no hay ya lugar para mí? Lo termine quitando con palabras que solo pocos tienen el valor de pronunciar. Más no quiero volver, simplemente extraño esos acogedores brazos que se abrían ante mí todos los días. Eso es lo que quiero. Eso es lo que extraño.
Nunca me acostumbre a estar solo. Es un tanto… ¿cómo decirlo? Solitario. Sé que hice mal, y lo siento. También siento disculparme demasiado, pero necesito hacerlo.
Tal vez debería enviarte una carta para que sepas que todavía me importas… Tal vez si, tal vez no. Tal vez plasme hoy tu nombre en mi almohada repleta de notas saladas.
Aquí es donde entra mi subconsciente todas las noches como siempre. Míralo, ahí sentado esperando a que me duerma para golpearme con tus recuerdos. Para enseñarme que la verdad no es tan real como yo la creo. Simplemente esperando. Ese imbécil que tiene tantas ganas de regresar a tus brazos y que duerme todas las noches abrazado de sí mismo. En busca de algo mas, de alguien más. Que sustituya el calor faltante de tu cuerpo.
Ya no entiendo. Ya no sueño. Simplemente respiro. Respiro cada uno de tus recuerdos. Cada pelea, cada abrazo, cada despertar, cada rasguño y cada lágrima tuya que me olía a dolor. Cada que te respondía "Yo también te amo" mi lengua se torcía por el sabor de las mentiras. Discúlpame por eso.
No te extraño, extraño tus brazos.
No te quiero, quiero tus labios.
Me gusta pensar en ellos durante las noches. Esas incontables noches en las que la belleza platinada se torna melancólica para arrullarme con su canción de cuna. Buscabas un hombre perfecto, sin embargo yo no lo era. Nunca lo seré. Perdón.
Ahora me doy cuenta de cuan equivocado estaba al pensar que te amé. Necesitaba un consuelo y ¡oh sorpresa! Apareciste tú.
Esta noche, quiero pedirte perdón, porque al parecer, terminé engañándonos. Y de paso, me llevé entre las patas tu corazón.
Una disculpa, por mi. Por todo.
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