Pensando en lo mucho que te quiero

La noche se me pasa entre el melifluo vaivén de los coches citadinos. El reloj junto a mi cama intenta compensar dos manecillas rotas moviendo su solitario segundero. Mis pies se congelan con el beso de las cobijas y mis labios pronuncian el ultimo aliento de un cigarro moribundo.
Entre la oscuridad de la madrugada te imagino respirándole a mi pecho.
Aquí, en la oscuridad pre-matinal de las 5 de la mañana, me gustaría que estuvieras; diciéndome lo mucho que te gusta que te quiera.

  

Comentarios

Entradas populares de este blog

Conversación número 20