Entradas

Mostrando entradas de 2012

Humo de media noche

Abres la ventana, prendes un cigarro y te sientas a pensar. Es media noche y escuchas perfectamente todos los ruidos que hay en el edificio en el que vives. La ventana de tu cuarto te deja ver el centro de tu complejo. Todas las luces apagadas, la gente   ya debería de estar durmiendo. Inhalas, y exhalas. Observas detalladamente, hay un televisor prendido justo en el apartamento frente a ti. Debe ser la pareja del 305 que está viendo una película. Recuerdas el sentimiento   que te provoca el simple hecho de imaginar a dos personas frente a un televisor.   Recuerdas lo solo que estas. Volteas a ver el libro que está frente de ti, lo abres en una página cualquiera y lees “Pinche vida”. Lo cierras, con una sonrisa dibujada en tu rostro. Inhalas, exhalas. Se escucha una puerta abrirse en la parte de arriba, deben ser los vecinos que apenas llegaron. Escuchas pasos. Volteas a ver al cielo, esperando encontrar la luna, mas no esta ahí.   Vives en la ciudad, es extraño que

Corazón de pollo, platito de agua salada.

Hoy llegas a mi, amor, con las lagrimas a punta de la lengua, un nudo en el estómago y los ojos hinchados de dolor. Llegas a mi, para verme, para escucharme, para gritar que me amas y que todo lo que hiciste fue una estupidez. Llegas a mi, pero yo ya me fui, desde hace tiempo, desde hace horas, días, minutos.   Y me fui, amor, para no regresar. Tus labios pronuncian “Te amo”, pero la sordera no me deja escuchar (Dime algo que no sepa). Corazón de pollo, platito de pan con queso; has envenenado nuestra cena. ¿Quién me cocinará canciones ahora? Duele, un poco, tener que verte. Tener que ser asi de frío, asi de lejano, asi de doloroso. Después de todo lo que pasamos juntos, duele tener que restregarte en la cara nuestros peores errores. Duele no quererte, pero mas me duele saber que tu todavía me amas. Corazón de pollo, platito de cereal con leche; Dejaste que nuestro desayuno caducara. ¿Quién me preparara pan francés con miel ahora? Y sigues aquí,

Adiós

-Entonces es cierto -¿Que? -Que no me amas -…- Él tomo sus cosas.  Dio media vuelta y caminó mientras se abrochaba la camisa. Justo cuando estaba a punto de escapar de la atmósfera del cuarto ella gritó. -¡ME GUSTAS MUCHO! Él sonrió amargamente y  se fue. Ella se quedó pensando en lo que había pasado, como habían llegado a este punto.  Las lágrimas pintaban líneas negras en su cara, lloraba. No sabía bien porque lo hacía, pero no podía dejar de hacerlo. Suspiró. -Ricardo-  susurró. Se dejó caer en la cama y pegó sus piernas a su vientre, en donde aún ardían los besos que él había dado.  La tenue luz roja del cuarto daba la impresión de que estaba atardeciendo. Su ropa, tirada en el suelo, se había fundido con las sobras de la alfombra. La cama alborotada era inmensa ahora que se encontraba sola. Ahora solo estaba ella. Semidesnuda y sollozando. Se despertó. No sabía que hora era, o si seguía soñando. Buscando a ciegas entre la cama destendida intentó encontrar el

Besos de agua salada

¿De que sirve que llore? Muchas veces me lo he preguntado. Muchos dicen que sirve para desahogarse. Otros tantos dicen que sirve para dejar salir la nostalgia y el dolor. Yo digo que no me sirve más que para recordarte. ¿Qué por qué te recuerdo cada que una lágrima se escapa de mi párpado? Simple. Porque ellas recorren mi rostro. Así como tú solías hacerlo.   Estos pequeños átomos de agua que se quedan dentro de mis poros, me ayudan a recordar mejor como era el calor de tu tacto.     Últimamente, no sé que es lo que me hace llorar. Tal vez un periódico con un hombre muerto en la portada, tal vez una pareja besándose en el parque o tal vez el simple hecho de que me hayas olvidado.   La cotidianidad no es nada extraordinaria, de hecho muchas personas la ven como lo que es: Un evento que transcurre sin   dejar marca en la vida. Pero para alguien que saborea el dolor de la ausencia al despertar, que desayuna cereal salado y que camina con los ojos hinchados por llanto: lo cotidiano

El encendedor

Yo tengo un encendedor que me recuerda a ti, porque prende una flama leve, casi imperceptible. Que luego se vuelve gigante y quema. Al principio saca chispas, y deja salir un poco de gas de vez en cuando. Normalmente hay que intentar una, o cinco veces para que funcione; Y así la débil flama pueda nutrir el deseo de un cigarro por envolverse con ella.   Este encendedor, que me recuerda a ti, envuelve al cigarro con una flama débil, lo tienta. Intenta prenderlo, pero es en vano. Logra hacerlo hasta que después de unos segundos, que da una llamarada (y ésta dura aproximadamente seis segundos) y luego regresa a la flama débil y azul que era.   Esta llamarada, es tan grande que si no se sabe manejar bien, puede quemar la mitad del cigarro. Pero por suerte, yo se como manejarla, y me limito a encender la punta de ese cigarro que compré hace ocho horas, y que ahora me acompaña mientras veo a la luna y pienso. Yo tengo un encendedor que me recuerda a   ti. No por ser encendedor, o por q

Huellas

No me dijiste que sería así de difícil el dejarte, el abandonarte. El abandonarme.   No es por despecho que lo digo, es mas por dolor.   ¿Si es dolor, no? Supongo que si, no encuentro otra manera de explicar que mis entrañas pidan por ti. Era de esperarse, pues aún te… Te fuiste sin decir siquiera algo coherente. Claro, nunca lo dijiste ¿cierto? Y al despedirte no fue la excepción. Recordando un poco: ¿te despediste siquiera? Tal vez solo sea mi subconsciente reprimiendo recuerdos dolorosos, como el de tu voz pronunciando un “Adiós” o un “Ya no te amo”. Es simple, un mecanismo de defensa. Eso debe de ser, porque no encuentro otra explicación para que no me acuerde de las palabras que dijiste.   Nunca fuiste elocuente, nunca fuiste de verdad mía. Y sin embargo, sabiéndolo, te amaba. O te amo, o ya no sé. Total, de nada me sirve el hacerlo, o ya no hacerlo, o no saberlo.   Y te quiero olvidar, y quiero dejar de saborear tus labios con cada beso que suelto al aire nocturno, quiero

Olvídame

Puedes olvidarme, odiarme, hacer que deje de existir. Matar mi recuerdo y vivir feliz sin una pizca de mí en tu mente. Pero tu cuerpo recordará mis brazos, rodeando tu espalda, mis labios explorando tus muslos, mis ojos descansando en tus labios y mis dientes clavados en tu cuello. Puedes estar con otro hombre, pero cada que gimas, tus cuerdas bucales querrán pronunciar mi nombre, tu lengua querrá volver a pelear contra la mía, tus piernas buscarán apretar mi cadera, tus pulmones querrán beber de mi aliento; y en cada uno de tus orgasmos, dirás mi nombre susurrando. Recordarás mis manos, y las de él te quemarán cuando toquen los lunares de tu piel, los que yo aprendí de memoria. Sus torpes dedos no sabrán tocar las delicadas notas de tu vientre, sus labios brutos sangrarán al besar la boca que tantas veces pronunció mi nombre. Y me recordarás, por un momento, por una vida. Estaré ahí; junto a ti. Escuchando los silencios en los que piensas en mi sin quererlo. Buscando las m

Sangre en mis cutículas

Te extraño. Mas que al aire que respiro, que solo es humo de cigarro. Mas que a la vida de la gente que muere con cada segundo de esta letra. Mas que a mi nacimiento y que a la comida (que no tiene sabor, insípida, igual. Comida que ya no como, prefiero que mis vísceras se devoren a si mismas antes de volver a probar otra cosa que no sean tus labios) Y vaya que extraño la comida. Pero no se puede extrañar nada más que no sea la vida, y mi vida está contigo. En tu almohada, en tus dedos, en las ultimas caricias que me diste. En la mirada perdida que expresaste cuando te mentí, te mentí para que no te preocuparas, para que pensaras que estoy bien. No lo estoy, no ahora. No se puede vivir con el alma colgando entre los dedos de los pies, que con cada paso que doy sin ti, se destroza, se desgasta y se duele. Se duele por ser ella, y por no tenerte a su lado. Por eso escribiré, este es mi desahogo. Escribiré hasta que mis dedos sangren, hasta que el dolor sea más que el dolor de