Verdad irreal

Trató de atrapar el sueño entre sus manos, tirarlo al suelo, pisotearlo y no dejar nada más de él que simples pedazos en el suelo. Extrañamente ahora parecía tan tangible, tan fácil de tomar, encontrar su cuello y apretarlo hasta poder escuchar ese crujido tan característico de un sueño asesinado.
“perdoname, no debí haberlo hecho…”
-¡No, no, no!-Se repetía para sí mientras recordaba esa imagen tan dolorosa que tanto insomnio le había causado.
“estuve mal, te necesi…”
-¡Por favor ya no puedo soportarlo!- Exclamaba por piedad con los ojos cerrados. Estaba bajo el velo de Morfeo que lo torturaba sonriendo como un ángel que encuentra la satisfacción en la muerte. Viéndolo sufrir desde su silla de arena, viéndolo caer ante una irrealidad tan dolorosa que solo se atreve a mostrarse en la mente de aquel pobre peón.
“Desde hace mucho que lo pensaba, pero no fui lo suficientemente fuerte para decírtelo…”
-¡Para ya!-gritaba por piedad. Nadie lo escuchaba. Estaba solo, iluminado por la luz cristalizada de la luna que parecía detenerse ante el tiempo del eterno de aquel cuarto.
“Te necesito, porque te…”
-ya por favor, no sigas- exclamó sin fuerzas, sin voz. Gritando susurros.
“te amo”
-¿Por qué me haces esto?- le preguntaba a la obscuridad del cuarto. Las palabras de su sueño retumbaban en las paredes de su cráneo, jugueteaban con su mente y se clavaban en sus ojos, haciéndolos sangrar con gotas saladas que recorrian sus mejillas.
En su sueño todo era igual a como había terminado. La misma banca, el mismo árbol, el mismo ruiseñor cantante en la rama sobre ellos, el viento soplando en la dirección donde el sabia que soplaría. Solo que había algo diferente. La cara de ella, sus ojos y su boca. No eran los mismos, no estaban plagados de decepción y de indiferencia como en aquel momento. Esta vez era amor lo que se veía en su sueño.

El momento donde su corazón huyo con ella tomo poderío de su mente, desvaneciendo por un tiempo el sueño que lo agobiaba . Ese momento en el que el sonreía ante la tortura y el dolor, mostrando algo totalmente contrario a lo que necesitaba expresar, donde sus ojos lloraban lágrimas secas que terminaban en su barbilla y se desvanecían con el viento.
“eso es todo, terminó” Dijo ella al final de aquella tortura verbal. La tortura a la que estuvo sometido durante ese lapso de tiempo, aquel momento tan real que parecía soñado.
Se llevo sus anhelos, su corazón y el relleno que había aparecido en él durante el tiempo que estuvieron juntos, el tiempo antes de que se separaran. Todo se fue cuando ella do media vuelta y camino, llevándose su corazón incrustado en la espalda, sus anhelos enredados en su suave pelo y sus palabras enterradas en sus profundos ojos.

Ahora era diferente. Ante su cuarto y ante su mente era diferente a aquella realidad. En su mundo de sueños todo se tornaba de un color totalmente contrario al que era. El mismo color de su muerte.
Esta vez parecía un sueño convirtiéndose en realidad. Al menos eso deseaba.
“te amo y te he amado todo el tiempo” volvió a retumbar en su mente esa frase producida por su subconsciente. Iba y venía, llenándolo de lágrimas liquidas que se cristalizaban alrededor de sus ojos, convirtiéndose en arena. La misma arena que utiliza Morfeo para dormir a los locos.
“nunca lo dejé de hacer”.