11:25 pm

Hoy no quiero escribir ni poemas, ni cartas. Hoy no quiero cantar canciones, tampoco quiero tocar la guitarra. Hoy no quiero fumar, dormir o beber. No quiero comida, ni quiero arándanos. No quiero la luna ni a mi almohada. Solo quiero tus labios sobre mi cuerpo con tus ojos sobre mi pecho con mi boca sobre tu espalda junto a mi brazo sobre tus senos y mi vida sobre tus besos.

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Conversación número 20

R: Pero ella me gusta A: No tanto como crees R: ¿Cómo lo sabes? A: Porque soy tú R: Tú no eres yo, yo soy yo A: Pero también tú eres yo R: Bah, olvídalo. Sigamos en el tema. ¿Me decías sobre el amor? A: Te decía nada. No amor para nosotros. Es estúpido R: ¿Cómo sabes que es estúpido si nunca lo hemos sentido? A: … R: Además, ¿quién sabe? Tal vez esto que sentimos por ella sea amor A: No me vengas con eso. Bien sabes que ella no te quiere R: Pero nosotros la queremos, ¿verdad? A:… R: !¿VERDAD?! A: Tal vez si la queramos… R: Eso no me sirve. La queremos y punto. A: Olvidalo, de todas formas nos iremos R: En eso tienes razón. .. A: ¿Y qué pasará conmigo cuando ya no estés? R: Tonto, claro que voy a estar. A: Sí, pero no creo que nos enamoremos tanto de alguien como para que volvamos a platicar así R: … A: … R: Mira, tal vez no nos enamoremos de nuevo de alguien así. Pero te prometo que no te dejaré A: Lo mismo le dijiste a ella R: ¿Y vamos a volver no es así? A: Si… pero R: PERO NADA, vo
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Pensando en lo mucho que te quiero

La noche se me pasa entre el melifluo vaivén de los coches citadinos. El reloj junto a mi cama intenta compensar dos manecillas rotas moviendo su solitario segundero. Mis pies se congelan con el beso de las cobijas y mis labios pronuncian el ultimo aliento de un cigarro moribundo. Entre la oscuridad de la madrugada te imagino respirándole a mi pecho. Aquí, en la oscuridad pre-matinal de las 5 de la mañana, me gustaría que estuvieras; diciéndome lo mucho que te gusta que te quiera.   
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Ven soledad, y abrázame hasta que me quede dormido. Deja que mis heridas sangren entre tus blancas manos, soy humano después de todo, y mi dolor es todo lo que tengo para pagarte.   Tú, junto con tu olor a tabaco y ron, acurrúcate entre mis brazos ya cansados de mis errores y busca la parte mas grande de mi alma entre los escombros que hay en el suelo. Me caigo a pedazos y tú eres la única realidad de la que gozo. Ven soledad, con tu canto hiriente y con tus sollozos entrecortados. Ven a arreglarme, o a intentarlo, o a acompañarme siquiera.   Tan solo ven, para que no recuerde la perfección en la que solía creer, para que devuelvas a mi vista los colores que se han ido. Eres lo único que me queda.
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