Corazón de pollo, platito de agua salada.


Hoy llegas a mi, amor, con las lagrimas a punta de la lengua, un nudo en el estómago y los ojos hinchados de dolor. Llegas a mi, para verme, para escucharme, para gritar que me amas y que todo lo que hiciste fue una estupidez. Llegas a mi, pero yo ya me fui, desde hace tiempo, desde hace horas, días, minutos.  Y me fui, amor, para no regresar.
Tus labios pronuncian “Te amo”, pero la sordera no me deja escuchar (Dime algo que no sepa).

Corazón de pollo, platito de pan con queso; has envenenado nuestra cena. ¿Quién me cocinará canciones ahora?

Duele, un poco, tener que verte. Tener que ser asi de frío, asi de lejano, asi de doloroso. Después de todo lo que pasamos juntos, duele tener que restregarte en la cara nuestros peores errores. Duele no quererte, pero mas me duele saber que tu todavía me amas.

Corazón de pollo, platito de cereal con leche; Dejaste que nuestro desayuno caducara. ¿Quién me preparara pan francés con miel ahora?

Y sigues aquí, viéndome con los recuerdos de una vida caduca. Con las ruinas de los cuentos que jamás fueron escritos, con las ilusiones de nuestro futuro. Mas aún,  me miras con la boca llena de melancolía por lo que solíamos ser…  Y eso, corazón mío, me quema. Me hiere. Me mata.
Nos mata.

Corazón de pollo, platito de estofado con cerdo; Dejaste que nuestra comida se enfriara. ¿Quién me cortará la carne en trocitos ahora?

Hablo, te hablo, pero no pareces escuchar. Parece que hablo con una pared que tiene un poema ilegible escrito entre sus grietas.  No me miras, miras un recuerdo perdido de mi. Una memoria atrapada en todos los rincones de tu respiración. Miras al hombre que una vez te amó. No me miras a mi, flaca, no me miras a mi. Miras la sobra de lo que fui
De lo que fuimos.

Corazón de pollo, platito de arroz con leche; Dejaste que el postre se amargara. ¿Quién me dará de tomar lagrimitas de felicidad ahora?

Y seguimos aquí, los dos. Sin escucharnos (Porque si lo hiciéramos, empezaríamos a hablar de cosas coherentes). Yo, buscando perpetuar el recuerdo de tu sonrisa, mientras lentamente se desvanece a causa de tu incontenible llanto. Y tu, intentando recuperar algo perdido. Intentando volver a lo que no puede ser. Salandome la comida de al rato.  Con el sabor peculiar que tienen tus lagrimas que no caen.

Corazón de pollo, flaquita hermosa:
Nos mataste.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Conversación número 20

Pensando en lo mucho que te quiero