Distancias

Despiértame, con un beso en la espalda o con un suspiro en el pecho. No quiero aprender como no extrañarte, como vivir sin ti, como volver a sentir. Quiero voltear al lado de mi cama, y verte ahí. Dormida, despierta, enojada, sonriente. Como sea, solamente quiero verte

 Me acostumbré a tenerte, a hablarte, a respirarte. Todos los días, todas las horas, todo el tiempo; pero la distancia es una cruel intermediaria y justo ahora me está matando el tener que desacostumbrarme. Te necesito aquí, sonriendo para mí, mirándome, amándome. Ni 2, ni 3, horas son suficientes para contemplarte. 1 de cada 15 días tampoco.  Como dije: Me acostumbré a ti, tanto que ahora no puedo caminar sin ver tu rostro en otra cara, despertar sin sentir tu aroma entre sueños, sentarme sin escuchar tu voz a momentos.

No diré que te amo, porque no me gusta etiquetar con palabras los sentimientos. Y esas dos palabras no expresan lo suficiente. Pero con cada abrazo que te doy, con cada beso que me devuelves, con cada mirada tuya, siento que quiero ser parte de ti. 

A pesar de ser dos personas diferentes con dos vidas distintas, mi alma ya ha reconocido a la tuya.

El que no esté allí, no quiere decir que no desee estarlo. Mi vida, mis ojos, mi boca, mi cuerpo e incluso el más ínfimo sentimiento de mi hígado, pertenecen a ti. Cuídalos, porque ya olvidé cómo hacerlo. 


Te extraño.Y no me dejas evitarlo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Pensando en lo mucho que te quiero

Conversación número 20