Huellas


No me dijiste que sería así de difícil el dejarte, el abandonarte. El abandonarme.  No es por despecho que lo digo, es mas por dolor.  ¿Si es dolor, no? Supongo que si, no encuentro otra manera de explicar que mis entrañas pidan por ti. Era de esperarse, pues aún te…
Te fuiste sin decir siquiera algo coherente. Claro, nunca lo dijiste ¿cierto? Y al despedirte no fue la excepción. Recordando un poco: ¿te despediste siquiera? Tal vez solo sea mi subconsciente reprimiendo recuerdos dolorosos, como el de tu voz pronunciando un “Adiós” o un “Ya no te amo”. Es simple, un mecanismo de defensa. Eso debe de ser, porque no encuentro otra explicación para que no me acuerde de las palabras que dijiste. 
Nunca fuiste elocuente, nunca fuiste de verdad mía. Y sin embargo, sabiéndolo, te amaba. O te amo, o ya no sé. Total, de nada me sirve el hacerlo, o ya no hacerlo, o no saberlo.  Y te quiero olvidar, y quiero dejar de saborear tus labios con cada beso que suelto al aire nocturno, quiero dejar de sentir tu piel cuando por accidente alguien toca mi brazo. Quiero dejar de sentirte, pero no me dejas; no te dejo.  Tal vez, solamente, probablemente, seguramente, no quiera olvidarte. Porque no quisiera olvidar algo tan hermoso, tan falso, tan dulce y tan feliz. Como la última lagrima que recorrió tu mejilla al verme a los ojos, esa que bajo por el cuello que tanto besé, y quitaste con la mano antes de que llegara a tu pecho. Como a mi, me quitaste con la mano. ¿Te he dicho cuanto he querido odiarte? Bien, ahora lo sabes, o no lo sabes, o seguramente ya no te importa.  Pero sí, he querido odiarte, despreciarte, hacer de tu vida un infierno, hacerte llorar, enojar, hacer que te frustres y lastimar hasta la última célula de tu cuerpo al que extraño. Pero te *** demasiado.  Mucho, a decir verdad.  Ojalá te rías, si es que algún día lees esto. Ojalá digas “Pobre pendejo” al pensar en mi. Ojalá y me desprecies. Porque así, por lo menos, uno de los dos podrá hacerlo.
Me pregunto si algún día, de alguna manera. Estarás entre los brazos de alguien y recordarás que yo te di prácticamente todo mi cuerpo, mi alma, mi vida y ese tipo de cosas en las que tú no crees.  Me pregunto si me recordarás cada noche al acostarte y darte cuenta que no estoy ahí.  Mas que nada, me lo pregunto para reconfortarme, para imaginar que no estoy solo en este mundo. Que no soy otro pendejo herido por la partida de la mujer de su vida. Pero no lo haces ¿cierto? Hace semanas que decidiste olvidarme. ¿Te es fácil hacerlo? Después de decir tantas cosas sobre el amor, de embriagarme con promesas que sabias todo el tiempo que no eran verdad, después de crear un falso amor ante mí. ¿Te fue fácil dejarme? ¿Fui como un libro que se rompe, o que avientas en una esquina de tu cuarto cuando terminas de leerlo? (Porque para mi fuiste la lectura mas hermosa que he tenido en mi vida.)
Y ahora, a las 3:22 de la mañana, sigo escribiéndote. Es simple la mecánica del amor: Uno lastima, otro intenta olvidar. Bueno, creo que así era. La verdad ya no recuerdo que se necesitaba para poder jugar bien, o para entenderlo. Se fue contigo cuando me diste la espalda.
Y ahora me pregunto: ¿De que me sirve todo esto? Alguna vez escuché que la manera más fácil de olvidar a una mujer es a través de la literatura. Pero estoy aquí, sin inspiración.
Intentando dormir
Sin ti

Comentarios

Entradas populares de este blog

Pensando en lo mucho que te quiero

Conversación número 20